Llorens Folgado tiene el mismo virus de la hiperactividad que ha contagiado a su homóloga de Ciudad Real y a la decana de Farmacia, lo que le lleva a empezar jornadas de hasta doce horas antes de que amanezca. Pero si bien su nuevo cargo le consume tardes y noches, no quiere renunciar ni a la investigación ni a la docencia, sus dos pasiones.
Doctora en Ciencias Biológicas, la valenciana Silvia Llorens llegó a Albacete en 2003 con una beca para investigadores expertos. Confiesa que en cuanto vio un atardecer se enamoró de esta tierra, donde vive rodeada de trabajo, pero también de sus diez gatos, ocas, gallinas e incluso un pavo real llamado Pedrito. Y es que, en cuanto se quita la bata, se sumerge en su parcela para huir del estrés.
Tiene un gran equipo, como el profesor Tomás Segura, jefe del Servicio de Neurología, lo que le permite tener contacto con la facultad y con el Hospital General Universitario que tiene enfrente. Por eso, precisamente, sabe que debe mimar a los profesores asociados, que suponen el 75% de la Facultad de Medicina y apenas tienen reconocimiento por ello. «Quiero que mejore su situación», asegura cuando se le pregunta por los retos con los que aterriza.
Pero también quiere establecer más lazos de investigación; integrar la docencia; acortar distancias entre la investigación básica y la clínica, así como predicar con el ejemplo desterrando la comida basura de la facultad.
Optimizar recursos
Mientras se acuerda de cada uno de sus alumnos, en especial del Dr Cepillo, explica que aún tiene contacto con muchos de ellos. A todos les pide, como insistirá en la próxima graduación, que no olviden la humanización, que traten a los pacientes como personas y no como enfermedades. De hecho, aún conserva la nariz verde que el conocido pediatra le regaló en su día.
Escritora, lectora empedernida y pintora de brocha gorda, Silvia Llorens es de Oscar Wilde y del ‘maldito’ Boudelaire, aunque ahora su prioridad es “gestionar, optimizar recursos en una facultad a la que le tengo muchísimo cariño».