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No dar el pecho nos cuesta caro, por Esmeralda Santacruz e Isaac Aranda, en The Conversation

17/07/2020
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No dar el pecho nos cuesta caro, por Esmeralda Santacruz e Isaac Aranda, en The Conversation

17/07/2020

Esmeralda Santacruz Salas, Universidad de Castilla-La Mancha y Isaac Aranda, Universidad de Castilla-La Mancha

Habitación 304. Cuatro de la madrugada. Lucía está desesperada y la felicidad de ser madre por primera vez no oculta su preocupación. Su pequeño no para de llorar y ella no consigue que se agarre a su pecho. Nadie le ha enseñado cómo hacerlo, por mucho que le habían dicho que sería fantástico amamantar con leche materna a su bebé. Su marido entra y sale de la habitación buscando la ayuda de una enfermera. “Tened paciencia”, les habían insistido por la tarde.

La enfermera del turno de noche acaba calmando a los padres primerizos con un biberón que su hijo agarra a la primera. Ya no llora. Hasta que de nuevo le entra hambre y ya no se calma si no es con su biberón de leche artificial.

Ese pequeño gesto tiene consecuencias, incluso económicas. El sistema sanitario español se ahorraría más de 51 millones de euros al año si la mitad de las madres diesen lactancia materna en exclusiva durante al menos seis meses. El dato está extraído de un estudio realizado por profesores de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) analizando solamente los costes directos para el sistema de salud. Esto es, gastos derivados de las consultas sanitarias, ingresos hospitalarios, visitas a urgencias, pruebas diagnósticas y consumo en farmacia.

Los datos indican que aquellos bebés que no reciben lactancia natural de forma exclusiva consumen más recursos sanitarios y tienen más riesgo de ponerse enfermos, de solicitar y precisar visitas y pruebas médicas, de ser ingresados y de consumir fármacos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda alimentar a los bebes de forma exclusiva con leche materna durante los primeros seis meses de vida, y a ser posible seguir haciéndolo de forma combinada con otros alimentos hasta los dos años de edad. Sin embargo, el mencionado estudio, que realizamos con 236 madres que dieron a luz entre los años 2014 y 2016 en un hospital de Castilla-La Mancha y a las que se les hizo un seguimiento durante medio año tras el parto, determinó que menos del 20% de los bebés se alimentaron únicamente con leche materna en ese tiempo.

Tomando como referencia esos seis primeros meses de vida, en los que la salud del bebé es más vulnerable, hemos comparado a los que se alimentan de forma exclusiva de leche materna con los que reciben una alimentación mixta o de leche artificial. Y los datos son reveladores.

¿Biberones en el hospital?

Según hemos podido demostrar, el número de biberones suministrados a los bebés es directamente proporcional a un menor tiempo de la lactancia materna exclusiva conseguido. Es decir, cuantos más biberones de leche artificial se ofrecen durante la estancia hospitalaria menos tiempo de lactancia materna exclusiva se consigue mantener.

También han salido a flote otras características y condiciones personales que podrían aumentar el gasto sanitario. Nos referimos, por ejemplo, a tener más de 30 años y haber alcanzado un nivel de estudios medios-altos.

En cuanto a los factores que contribuyen a bajar los gastos sanitarios destaca disponer de ayuda en la crianza del bebé y tener una experiencia previa en lactancia materna exclusiva de seis meses. Entendemos que estas mujeres son capaces de conseguir mantener la lactancia más tiempo, sentirse más seguras y tomar decisiones independientes sin tener que acudir a consultar a un profesional sanitario.

Más gasto en farmacia

El mayor gasto sanitario generado por los bebés que no reciben lactancia materna exclusiva es en farmacia. Estos bebés multiplican por seis el gasto por consumo de fármacos y productos sanitarios derivados de su peor estado de salud. Para colmo, los ingresos hospitalarios elevan el gasto sanitario casi el doble.

Las consultas a los servicios de urgencias hacen que el coste sanitario se triplique. Comparando el coste de los recursos sanitarios que han precisado todos los bebés, en los que no recibieron lactancia materna de forma exclusiva llegó hasta los 882 € de media. Frente a 385 € en los que solo se alimentaron del pecho materno. Esto supone casi 500 euros más por recién nacido sólo en los primeros 6 meses.

Medidas para fomentar la lactancia

La decisión del tipo de lactancia que va a ofrecer la madre una vez dé a luz a su recién nacido suele estar condicionada por múltiples factores personales, sociales, sanitarios, laborales, culturales, familiares, etc. Y en cualquier caso, es absolutamente respetable.

El problema es cuando la inseguridad, la falta de conocimientos, la presión del entorno social o la falta de recursos son decisivos para llevar al fracaso el intento de una lactancia duradera.

En el seguimiento hasta los 6 meses se observó cómo la experiencia previa en lactancia materna exclusiva es determinante para tener éxito. Es decir, si las mujeres consiguen mantener la lactancia una vez, lo harán en más ocasiones.

En este sentido, son necesarios trabajos que nos aporten información sobre la lactancia materna, no solo respecto a los beneficios en salud que proporcionan, sino también teniendo en cuenta la repercusión económica que tendrá para la sociedad, más allá de los costes sanitarios.

No hay que obviar que el entorno laboral es en muchas ocasiones un entorno hostil para el mantenimiento de la lactancia natural (falta de espacios para la extracción de leche, medios inadecuados para su conservación en el trabajo, etc.). Además, las ausencias laborales debidas a problemas relacionados con la salud de los hijos en los primeros años de vida tienden a ser más numerosas entre las mujeres.

Los resultados de estas investigaciones facilitarán importantes cambios, proporcionarán información a nuestros gobiernos, empresas y, en definitiva, personas que toman decisiones sobre financiación e inversión, para que pongan en marcha medidas e iniciativas de protección y fomento de la mujer lactante.The Conversation

Esmeralda Santacruz Salas, PDI Facultad de Enfermería. UCLM, Universidad de Castilla-La Mancha y Isaac Aranda, Profesor Contratado Doctor, Universidad de Castilla-La Mancha

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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