Jorge Laborda Fernández, Universidad de Castilla-La Mancha
Es probable que el siglo XXI sea recordado en los libros de historia, además de como el siglo del coronavirus, como el siglo en el que nacieron las redes sociales. Miles de millones de personas andan hoy enredadas –obviamente– en las diversas redes. Dedican a ellas una cantidad de tiempo, esfuerzo y energía emocional jamás vista en la historia de la Humanidad. Entre el cine, la televisión, los videojuegos y las redes sociales, las horas que ya hemos invertido frente a las pantallas son incontables.
Sin embargo, a pesar del tiempo dedicado a difundir memes insustanciales que se repiten una y otra vez infectando nuestras mentes, vulnerables a ellos como si de coronavirus digitales se tratara, la información que cada uno de nosotros hemos dejado en las redes sociales ofrece una impresionante mina de datos. Unos datos que, bien analizados, pueden proporcionar importante conocimiento.
Dime cómo escribes (en Facebook) y predeciré tu salud
Hace poco más de un año, la revista Wired afirmaba que Facebook conoce más sobre sus usuarios que la CIA. Anteriormente, varios estudios habían mostrado que Facebook puede determinar nuestra personalidad con mayor exactitud que nuestra propia pareja. Y solo analizando los likes emitidos. No sé si esto indica el potencial de Facebook para conocernos o nuestra incapacidad y la de nuestras parejas para conseguirlo. A esto se suma otro estudio reciente que muestra que el análisis de las entradas en Facebook puede revelar el estado de salud actual de las personas. Sea como sea, el poder de esta red social no deja de sorprender.
Lo grave del asunto es que la información que cedemos a Facebook para la posteridad es mayor de la que suponemos. Además del contenido de nuestras entradas, o de manifestar qué entradas de nuestros amigos nos gustan y cuáles no, están las palabras que usamos. El estilo del lenguaje de cada una de nuestras publicaciones contiene también valiosa información que puede ser extraída y utilizada. En particular, contiene información sobre nuestro estado de salud futuro antes de que nosotros mismos seamos conscientes de él.
La información que comunicamos a Facebook, bien analizada, es capaz de predecir si acabaremos en urgencias hospitalarias o no con meses de antelación. Es lo que han descubierto un grupo de ingenieros informáticos y científicos de datos. Para llegar a esa conclusión, trabajaron con 2 915 pacientes que consintieron ceder sus datos clínicos y, por supuesto, acceder a su historial de Facebook.
El lenguaje cambia semanas antes de acudir a urgencias
De esos pacientes, 419 necesitaron acudir a urgencias por diversos problemas, desde un embarazo complicado a un infarto de miocardio. Sus entradas de Facebook, hasta dos meses y medio antes de que visitaran el hospital, fueron analizadas con un programa de inteligencia artificial desarrollado por los investigadores.
Una vez entrenado, el software era capaz de detectar cambios muy sutiles en el estilo del lenguaje empleado por cada paciente. También identificaba ligeras variaciones en la frecuencia de utilización de ciertas palabras que, entre otras cosas, están asociadas al estado de ánimo. Las solemos usar incluso sin ser conscientes de ello.
El análisis reveló, entre otras cosas, que a medida que se acercaba la fecha de su visita a urgencias, y pese a que los participantes no sabían aún lo que se les avecinaba, sus entradas en Facebook aumentaban la frecuencia con la que abordaban temas de salud, o asuntos relacionados con su familia. Al mismo tiempo, la mayoría de los participantes incrementó la frecuencia de uso de términos que reflejaban un estado de ansiedad o de preocupación. También redujeron el uso de lenguaje informal.
Por si no fuera suficiente, pocos días antes de acudir a urgencias el lenguaje utilizado por los participantes cambió de manera significativa. Concretamente, los participantes evitaron hablar de temas de ocio, disminuyendo de manera notable el empleo de palabras como “jugar”, “divertido” o “gracioso”.
El objetivo de estas investigaciones es intentar conseguir datos que, además de los ya existentes en el ámbito de la medicina, permitan predecir con mayor precisión y suficiente antelación las necesidades sanitarias de la población, para poder atenderlas con mejores garantías.
Conocimiento versus privacidad
Sin embargo, dar vía libre a analizar el estilo del lenguaje usado en Facebook podría revelar información personal, consciente o inconsciente, que deseamos mantener oculta. Como sucede con toda nueva herramienta que la tecnología va poniendo a nuestra disposición, el análisis informático del lenguaje podrá ser utilizado para el bien común. Pero también corremos el riesgo de que algún particular lo use para beneficiarse a costa del bien común.
No puedo evitar rememorar esa imborrable escena de la película 2001 una Odisea del Espacio en la que uno de nuestros ancestros descubre que un gran hueso puede ser usado como un arma poderosa, y ese nuevo poder lo coloca por encima de los demás animales. Las nuevas herramientas de inteligencia artificial proporcionan también un gran y nuevo poder que puede situar a algunas personas por encima de otras. O, al contrario, puede ser utilizado para incrementar la igualdad entre todos y el bienestar de la Humanidad. Veremos.
_Una versión de este artículo fue publicada originalmente en el blog Quilo de Ciencia y el diario La Tribuna de Albacete.
Jorge Laborda Fernández, Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular, Universidad de Castilla-La Mancha
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.