Pilar Osorio Morallón, Universidad de Castilla-La Mancha; Manuel Tomás, BC3 - Basque Centre for Climate Change y María Ángeles Tobarra Gómez, Universidad de Castilla-La Mancha
Desafíos actuales como la desigualdad de género y el cambio climático no están desvinculados. Las desigualdades condicionan la vida cotidiana de las personas y sus roles tanto en el ámbito social como en el familiar, dando lugar a pautas de consumo diferentes que impactan de forma desigual en el medioambiente. En este contexto cabe preguntarse: ¿cuáles son las pautas de consumo más contaminantes y cómo influye el género sobre la sostenibilidad de los hogares? Descubrir estas respuestas es fundamental para abordar los desafíos ambientales y sociales que enfrentamos en la actualidad.
Entre los indicadores usados para evaluar dichos impactos, la huella de carbono es uno de los más conocidos por su capacidad de cuantificar todas las emisiones de gases de efecto invernadero emitidas, directa o indirectamente, como consecuencia de nuestros consumos.
¿Qué determina las decisiones de consumo?
Distintos factores sociales, económicos y culturales afectan de forma diferente a los hombres y las mujeres, condicionando sus decisiones de consumo y, por lo tanto, su huella de carbono. Por ejemplo, la renta de las personas determina en gran medida su nivel de consumo.
La brecha de ingresos resulta entonces clave para entender por qué la huella de un hombre es superior a la de una mujer. Pero también hay otros factores que hay que analizar para explicar las diferencias, tales como la edad, la zona de residencia o la concienciación medioambiental.
A la hora de analizar cómo afecta el género a las emisiones es habitual fijarse en los hogares formados por un único hombre o una única mujer, ya que las comparaciones son más fáciles.
Siguiendo este enfoque, un estudio publicado en el año 2021 reveló que los hombres emiten de media un 16 % más que las mujeres en Suecia.
Asimismo, se han encontrado similares resultados respecto a las diferencias en consumo de energía entre hombres y mujeres para Alemania, Grecia y Noruega. No obstante, estos resultados deben ser interpretados con cautela, ya que los hogares unipersonales representan solo a una parte de la población total y están formados, en su mayoría, por personas de edad avanzada y con bajos ingresos.
Diferencias entre hombres y mujeres en España
En un nuevo estudio publicado recientemente, intentamos aportar luz sobre este tema utilizando un enfoque distinto. En lugar de considerar únicamente los hogares unipersonales, hemos incluido todos los hogares españoles, utilizando como variable de género el porcentaje de mujeres sobre el total de miembros del hogar.
Estudiando la huella de carbono de los hogares respecto a una batería de variables socioeconómicas (renta, edad, entorno rural o urbano, zona de residencia, etc.) y el género, podemos afirmar que sí existen diferencias entre los hogares formados por hombres y los formados por mujeres para el conjunto de la población.
Encontramos que los hogares mayoritariamente formados por hombres gastan un 9 % más que los hogares mayoritariamente compuestos por mujeres, lo que se traduce en una huella de carbono un 11 % más elevada. Además, encontramos que en hogares donde existe un equilibrio mayor entre hombres y mujeres estas diferencias prácticamente desaparecen.
¿A qué se atribuyen estas diferencias?
En su mayoría a la renta, ya que los hogares mayoritariamente formados por hombres tienen unos ingresos un 17 % más elevados. También se debe al diferente patrón de consumo, ya que los hombres españoles gastan más en transporte privado, en restauración y hostelería, mientras que las mujeres gastan más en alimentación y en el hogar.
En general, los estudios demuestran que las mujeres pasan más tiempo dentro de casa y dedican más horas al día a los trabajos no remunerados del hogar, en comparación con los hombres, que dedican más tiempo al trabajo productivo y remunerado. Por lo tanto, estos diferentes comportamientos vienen marcados por los diferentes usos del tiempo y roles sociales, y también por otras características como la edad, la zona de residencia o el tamaño del hogar.
¿Qué podemos aprender de cara al futuro?
En general, todos los hogares deberían hacer un esfuerzo por reducir su nivel de contaminación para cumplir con los objetivos de desarrollo sostenible y frenar el calentamiento global.
El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) recomienda evitar el uso de vehículos privados y los vuelos de larga distancia, reducir el consumo de productos de origen animal y aumentar la eficiencia energética de las viviendas.
Además, estos resultados ponen de manifiesto la importancia de aplicar políticas que aborden simultáneamente el cambio climático y la desigualdad de género, compatibilizando las diferentes dimensiones de la sostenibilidad. En particular, en la reducción de la brecha de ingresos, la incorporación de la mujer a las diferentes esferas de la vida social, la corresponsabilidad en las tareas de cuidados y el impacto de nuestros hábitos y consumos sobre el medioambiente.
Asimismo, es necesario seguir investigando sobre los posibles efectos de las políticas de mitigación del cambio climático en hombres y mujeres, para evitar que empeoren las desigualdades existentes.
Pilar Osorio Morallón, Investigadora predoctoral, Universidad de Castilla-La Mancha; Manuel Tomás, Investigardor en Economía Ambiental y Sostenibilidad, BC3 - Basque Centre for Climate Change y María Ángeles Tobarra Gómez, Profesora Titular de Fundamentos del Análisis Económico, Universidad de Castilla-La Mancha
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.